TEMPLO METODISTA EL DIVINO SALVADOR
Domicilio: Esquina de Allende y Julián Villagrán Autores:
Localidad: Centro histórico, Pachuca Hidalgo Constructor: Desconocido
Periodo: Finales del siglo XIX Estado: Hidalgo
La iglesia metodista El Divino Salvador, celebro, 14 de agosto del 2011, 110 años de haber sido edificada en las calles de Julián Villagrán y Allende, en pleno centro histórico como recuerdo que en los años 70 se escuchaba alabanza cristina instrumentales de campanario por todo el centro de Pachuca y se escucha el campanario del reloj y enseguida la del templo metodista.
La historia de ese edificio está ligada a la congregación que desde hace más de 120 años ha permanecido ininterrumpidamente en servicio religioso y por generaciones el colegio Julián Villagrán como la escuela para niñas y jóvenes mujeres la hijas de Allende que estuvo localizada a un lado de palacio de gobierno donde hoy es un estacionamiento en la plaza Juárez.
Esos mineros llegaron en 1840 y establecieron la primera congregación protestante de habla inglesa. Treinta años después, en 1870, no sólo trabajadores y dirigentes de las compañías mineras se reunían para orar y cantar, sino ya también algunos mexicanos, encabezados por el doctor Marcelino Guerrero.
Pero cabe recordar que la primera congregación estuvo en la calle de Hidalgo y Ocampo y en por la plazuela 5 de mayo que fue demolida en el local que ocupo el boliche la concordia se tiene registro de bautismo de la hija del sr. Marcelino Hernández de nombre Manuela Hernández
Ante el crecimiento de la congregación, se decidió comprar un terreno, que es donde se construiría la primera etapa que era una capilla de adobe conformada por una sola planta inaugurada en 1876 y en 1901 se inaugura el nuevo templo, sustituyendo el anterior, con las características de que consta de dos plantas la alta, para la congregación de habla inglesa y la planta baja, para la de Pachuca
La arquitectura es de estilo neorromántico, con dos plantas y con vitrales que corresponden a la iconografía de herencia anglicana en sus muros oriente y poniente.
En el lado oriente se observa un ancla y se dedicó en 1901 por los 25 años de la misión metodista en el lugar.
El de la planta baja está dedicado a la memoria de María Hastings, educadora metodista que estuvo por más de 25 años en esa iglesia.
El tema del vitral del muro poniente es la biblia.
En la esquina se levanta una torre de tres cuerpos, cuyo remate es un chapitel.
Los materiales que se usaron en la construcción del inmueble es ladrillo aparente, que recuerda las edificaciones inglesas, así como cantera blanca de Tezoantla, poblado cercano a Mineral del Monte.
Puebla, Pachuca, Orizaba, Querétaro, Guanajuato y Oaxaca, fueron las primeras ciudades a las que se extendió la obra Metodista. Pronto surgieron en ellas congregaciones florecientes, templos magníficos y escuelas excelentes. La sangre de los mártires fecundó esta labor porque el fanatismo romanista llegó hasta el crimen en su afán de combatir a esta nueva fe, y muchos evangélicos perecieron por causa de ella. El protomártir de los ministros Metodistas fue Epigmenio Monroy asesinado el 8 de abril de 1881, por exaltados romanistas en el camino de Apizaco a Santa Anita Huiloac, en Tlaxcala.
Tomando datos de pagina metodista de Pachuca “El 21 de febrero de 1873 llegó Guillermo Butler a la ciudad de México. De una manera providencial logró comprar el edificio de la calle de Gante No. 5, y en la Navidad de 1873 ese edificio fue dedicado al servicio público de Dios. Así fue fundada la obra de la Iglesia Metodista Episcopal en la República Mexicana.
Guillermo Butler halló en México un buen número de personas que ya eran protestantes prominentes. Entre ellas se cuenta a los ex sacerdotes católico-romanos Agustín Palacios y José María González; también es muy digno de mención el eminente Dr. Marcelino Guerrero. Al fundarse la obra evangélica Metodista, en hoy es estado de hidalgo Pachuca y la comarca minera todos ellos se unieron de buen grado y sirvieron fielmente al Señor.” Y el origen del metodismo es
“El movimiento Metodista se inició con el gran avivamiento evangélico que conmovió y transformó a la Inglaterra del siglo XVIII.
iniciador de este movimiento al Rvdo. Juan Wesley (1703-1791), presbítero de la Iglesia oficial y catedrático asociado en la ciudad universitaria de Oxford. Nació en un hogar esmeradamente piadoso, fue criado en un ambiente de austeras costumbres y elevados ideales y se educó en el Colegio de Christ Church y el Lincoln en Oxford. El joven Juan Wesley, como un segundo Saulo de Tarso buscaba afanosamente, pero en vano, la satisfacción espiritual mediante el estricto cumplimiento de las reglas de la religión y las ordenanzas de la Iglesia.
La crisis de su vida se efectuó en una reunión de oración celebrada en una casa de las calles de Aldersgate, en Londres, el 24 de mayo de 1738. Pasó por la experiencia paulina de que no es por el propio esfuerzo, por muy sincero o intenso que sea, que el hombre alcanza la vida y la paz, sino por la gracia de Dios en Cristo Jesús mediante la fe personal. Fue tan intensa la experiencia de su conversión evangélica que él mismo sintió que su corazón ardía con un fuego extraño. Lo que sucedió aquella noche Juan Wesley lo expresa en su Diario con las siguientes palabras: "Siento que en verdad confío solamente en Cristo para ser salvo; y me ha sido dada la certidumbre de que Cristo me ha redimido de mis propios pecados, y que me salva de la ley del pecado y de la muerte".
Wesley inmediatamente comenzó a proclamar a otros el evangelio que él mismo había experimentado tan vehementemente; primero a sus compañeros que buscaban su ayuda, y luego a círculos más amplios que lo llevaron a todas partes de la Gran Bretaña.
Su mensaje tenía dos rasgos muy señalados, los mismos que siguen caracterizando al Metodismo hasta el día de hoy: Primero estaba el evangelio de la gracia de Dios, ofrecido a todo el género humano por igual, y suficiente para todas sus necesidades. En seguida estaba el ideal moral que este evangelio presenta a la humanidad. La Biblia, afirmaba él, no sabe otra salvación que no sea la salvación del pecado. Wesley llamaba a la gente a la santidad de vida y esta santidad, insistía, es "santidad social", que se expresa en el amor y el servicio a los semejantes. El Metodismo era "Cristianismo en verdad".
Wesley jamás pensó organizar una nueva Iglesia. En su obra siguió, igual que Pablo, la clara dirección de Dios: Primero, de predicar el evangelio a las clases más menesterosas y que no eran atendidas por la Iglesia oficial ni por su clero; y segundo, de cuidar de aquellos que se iniciaban en la vida cristiana.
Los trabajos de Juan y Carlos Wesley fueron bendecidos por excepcional influencia divina. Otros eminentes ministros anglicanos como Jorge Whitefield (1714-1770), y Juan Fletcher (1729-1785) se unieron con ellos en la gran empresa de convertir a los pecadores al servicio de Dios; todo esto por medio de constante oración, incesante predicación e infatigable actividad. En los cincuenta años de su ministerio itinerante, Juan Wesley viajó 400,000 kilómetros y predicó más de 50,000 sermones; mientras que Carlos Wesley compuso cerca de 6,000 himnos; en el caso de Whitefield, además de extensas giras por todo el Reino Unido, hizo siete viajes de evangelización a la América del Norte, y en sus treinta y ocho años de servicio predicó unos 18,000 sermones; y Fletcher, el vicario de Madeley, admirablemente demostró en su propia vida la excelencia de la santidad expresada en amor y rectitud.
Gradual y vigorosamente, el Metodismo llegó a ser el gran movimiento religioso que sacudió y regeneró a Inglaterra. Wesley organizó a sus seguidores en grupos, clases y sociedades. Redactó las Reglas Generales a fines de 1739, cuando se habían organizado los primeros grupos Metodistas que él llamó sociedades. Aunque estas Reglas contienen algunos preceptos de otro contexto, se presentan más adelante en su forma original porque son la expresión de un elevado concepto de conducta cristiana. Es importante decir que él nombraba a los directores de dichas sociedades.
Wesley también halló varones listos a predicar el Evangelio a las masas, lo mismo en las calles y en los campos abiertos, que en casas particulares; estos varones no eran ministros ordenados, sino predicadores laicos o “predicadores locales” como se les llamó. El los elegía, les enseñaba tareas específicas e inspeccionaba sus trabajos. Una vez al año, a partir de 1744, reunía a todos, ministros y laicos, para celebrar juntos una Conferencia cuyo objeto era el revisar la obra, a la vez que hallar inspiración espiritual.
La primera Conferencia se reunió en la capilla de la Fundición en Londres, junio 25-30, donde quedaron aceptadas las Reglas de Conducta de los Predicadores; las Recomendaciones para el Culto, presentadas por el mismo Juan Wesley, fueron aprobadas durante las sesiones de 1746; y las Preguntas a los Candidatos al Pastorado, pasaron idéntico proceso en el periodo de sesiones de 1747. El texto de los tres documentos aquí citados se incluye más adelante en la sección de Ministerio Cristiano, que se encuentra dentro de la Legislación General de la Disciplina.
En Wesley convergían de manera extraordinaria tres facultades. Una era la evangelización, que expresó muy acertadamente con la frase "el mundo es mi parroquia"; sus predicadores iban al pueblo sin esperar que el pueblo viniera a ellos, y Wesley mismo conocía los caminos y las veredas de Inglaterra mejor que cualquier otro en sus tiempos. La segunda era la organización y la administración, por cuyo medio se conservaban los frutos de la predicación y se extendía el radio de influencia del Evangelio. La tercera era su aprecio por la educación y la página impresa: convirtió a la imprenta en la sierva de la Iglesia, y fue el iniciador de la circulación en masa de libros baratos y de folletos y periódicos fácilmente accesibles al pueblo.
“Así, por toda Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda, se formaron las primitivas Sociedades Unidas, cada una de las cuales era una compañía de personas que teniendo y buscando el poder de la santidad se reunían para orar juntos, para recibir la palabra de exhortación y para vigilarse mutuamente en amor, a fin de ayudarse uno a otro en la obra de su salvación”, en palabras del propio Juan Wesley.
Estas Sociedades Unidas constituyen el poderoso movimiento Metodista que tantos triunfos ha logrado y sigue alcanzando en el Reino Unido de la Gran Bretaña. En 1795, cuatro años después de la muerte de Juan Wesley, este movimiento se independizó de la Iglesia Anglicana. Después se dividió en varios grupos; pero en 1932 se unificaron las diversas ramas del Metodismo británico
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