La villita y su historia
La Basílica Menor de Nuestra Señora de Guadalupe comúnmente denominada La Villita. Es una de las iglesias más trascendentes
de la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo, México. En el año 2004, por anuencia del Papa Juan Pablo II, fue consagrada como Basílica Menor de Santa María de Guadalupe
Así lo expresa don Jerónimo González, quien desde hace siete años permanece perenne sentado en su silla de ruedas, a la entrada de la Basílica Menor de Nuestra Señora de Guadalupe.
“Desde la gente más pobre hasta los grandes políticos siempre vienen a rendirle culto a la virgencita, es una tradición que no se acaba; en el tiempo que llevo aquí siempre se llena La Villita, a
veces de tanto gentío que hay unos se quedan afuera”, expresa.
Imponente en su construcción, la fachada en este año fue adornada por los comerciantes de la Central de Abasto; la basílica menor ha recibido miles de peregrinaciones de los municipios aledaños
al estado, dejando una estela floral al interior.
Ya sea con mariachi, tambora, norteños o tríos, sectores públicos, privados y sociales hacen retumbar el eco del espacio de la basílica, que lo sostienen diez columnas, el santuario más visitado
en todo el estado.
Mientras, afuera, sobre la avenida Juárez, la verbena popular
distrae el cansancio que algunas personas tienen por participar en las peregrinaciones; los marchantes insistentes pregonan sus ofertas, “!hey!, joven, mire, pruebe el pan, qué le damos, escoja”.
Otros peregrinos, en seguida de haber estado dentro del templo, descansan recargados sobre la estructura de piedra de la basílica.
En el interior se respira y se siente paz, la quietud del templo hace que la gente susurre en sus comentarios; el respeto y sobre todo la devoción se hacen presentes cuando un joven con un ramo
de crisantemos rojos y blancos en la mano, desde la entrada se postra de rodillas y avanza lentamente al altar principal. En su mirada se ve la fe, esperanza y amor a la morenita del Tepeyac.
Historia del templo de La Villita
Narra el cronista de Hidalgo, Juan Manuel Menes Llaguno, “lo que actualmente se conoce como la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la ciudad de Pachuca tuvo su origen a principios del
siglo XX, exactamente en 1907”.
A expensas de la señora Virginia H. de Hernández, esposa de Luis Hernández, entonces secretario de gobierno de Pedro de Rodríguez (último gobernador porfirista de Hidalgo), se edificó una pequeña
capilla sobre la calle conocida Camino a México, (actualmente avenida Benito Juárez).
En ese lugar, a mediados del siglo XIX, se había construido pobremente una pequeña
ermita dedicada a la virgen de Guadalupe. “La señora de Hernández, muy devota al cristianismo, se echa a cuestas redificar en ese lugar una capilla más digna, ya que según se dice era muy
concurrida por las personas de esa época”, señala.
La superficie de esta iglesia hecha de piedra tenía unos ocho metros de alto y unos cinco de ancho; al momento de culminar su restauración, la capilla no cuenta con ningún sacerdote, donde se
diga misa.
Sin embargo, desde principios de este siglo en ese sitio las peregrinaciones se comienzan a observar. Desde ese momento, cada 12 de diciembre se emprende la costumbre de las congregaciones
religiosas en honor a la virgen del Tepeyac.
Además, es en esa época nace la costumbre de vender comida afuera de la iglesia, “se arma un ciclo económico, con puestos de jícamas y de todas las frutas de la temporada y se comienza a crear
fama”, relata a Criterio Menes Llaguno.
Hacia 1923, dentro de la vicaría católica foránea de La Asunción, el cura de apellido León decretó la fundación de la capilla ahora como parroquia, por tal motivo se comienza a ampliar el lugar.
Sin embargo, las carencias económicas que experimentaba el clero hicieron que el techo de la nueva iglesia se hiciera a manera de una especie de tejabancito.
Diez años después, con más fondos, se comienza otra ampliación de la capilla de piedra, la que hizo la señora Hernández, prolongándose hacia lo que hoy se conoce como la calle Cuauhtémoc.
Debido a la
popularidad del templo, la colonia Rafael Cavrioto (llamada en esa época) comienza a poblarse. Los arreglos que hizo la vicaria foránea, fundamentalmente, fueron durante la mitad del siglo pasado
y consistieron en colocar mampostería, creando un pequeño atrio.
Fue el 2 de febrero de 1952 cuando el arzobispo de la región, monseñor Arsega, decide emprender la construcción de lo que hoy se conoce como la basílica menor. Fueron más de 50 años lo que tardó
la edificación, y que en un principio fue diseñada por el arquitecto de apellido Cegral y los maestros albañiles Lazcano y Aurelio Becerra.
En ese tiempo ya se daban servicios religiosos, por lo que se tuvieron que rentar unas casas colindantes que sirvieron de oficinas.
El financiamiento para la edificación, principalmente, corrió a cargo de las limosnas que los feligreses católicos daban durante las celebraciones eucarísticas de ese momento.
“Existieron otro
tipo de aportaciones muy importantes, éstas fueron por parte de la señora Ángeles Ramírez viuda de Márquez, mejor conocida como doña Angelita Márquez, quien fue madre de don Guillermo Márquez”.
De la misma forma, la familia Tellería aportó grandes cantidades en especie, producto de su casa de materiales, como fueron varillas, cemento y arena.
Muchos años estuvo desnuda la fachada y el interior de la iglesia. Al transcurrir los años, la fachada fue adornada con estructuras talladas en piedra de cantera, lo que le dio una fachada
elegante. Fue el 31 de mayo de 2006, cuando el templo de La Villita fue consagrado como basílica menor, gracias a que se cubrieron tres requisitos fundamentales para su designación.
El párroco Néstor Vidal explicó estos requerimientos, “en primer lugar, se tuvo que hacer un escrito a la Congregación de Culto en Ciudad de Vaticano, Italia, tuvimos que presentar pruebas, como
fotografías”, aseguró.
Estas exigencias, “en primer lugar, tienen que haber una imagen muy venerada, que en este caso es la imagen de la Virgen de Guadalupe; el segundo requisito es que hubiera muchas peregrinaciones;
y por último que el templo fuera ensalzado en su majestuosidad en la belleza”, complementó.
El culto guadalupano en Pachuca
La veneración a
la Virgen de Guadalupe, nace en donde actualmente es la rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) sobre la calle Abasolo. Ahí, en 1596, se estableció una pequeña capilla en
su honor; 65 años después de las cuatro apariciones marianas al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en el cerro del Tepeyac (1531).
Esa capilla se estableció en donde actualmente es el salón de actos Baltasar Muñoz Lumbier, del edificio antiguo de la universidad. Sin embargo, fue en 1725, a la llegada de los frailes Juaninos,
quienes establecieron el convento de San Juan de Dios y edificaron un hospital, mismo que atendía a mucha gente quienes oraban en esa capilla a la virgen por la salud de sus enfermos.
Juan Manuel Menes Llaguno detalló que, según los cronistas de ese tiempo, “la capilla fue restaurada en un barroco extraordinario. Además, el retablo donde tenían la imagen de la virgen de
Guadalupe era muy hermoso”, narró.
Esta capilla queda como anexa al convento, y aunque tenía acceso al público en general, realmente el mayor servicio que se le daba al pequeño santuario, era por parte de los monjes Juaninos,
agregó.
Para 1861, el convento es expropiado por las Leyes de Reforma y se queda sin uso aparente. Algunos historiadores refieren que en el sitio se estableció un cuartel militar, por los rasgos
marciales que deja ver su fachada.
Del mismo modo, este convento fue ocupado durante el gobierno de Maximiliano, empleado principalmente para el fusilamiento de los no adeptos al gobierno imperial de dicha época.
Al respecto, el párroco de La Villita Emigdio del Río asegura que el fervor guadalupano continuó durante el siglo XIX en la iglesia de La Asunción. Años después, esta devoción se trasladó a la
iglesia de San Francisco, culminando en el antiguo camino a la Ciudad de México. Se dice que hay una gran posibilidad de que la imagen que hoy se venera en la basílica menor
pudiera ser la de la capilla de Abasolo. De ser así esta suposición, se estaría hablando de una imagen que data del siglo XVI.
Actualmente, en la Basílica Menor de Guadalupe se llegan a celebrar aproximadamente mil 200 misas durante el año. Su espacio interno puede albergar a más de dos mil feligreses.
Además de las celebraciones eucarísticas, se realizan bautizos, ceremonias de tres y quince años, bodas, primeras comuniones, confirmaciones, misas para difuntos, retiros espirituales, entre
otros servicios más.
La superficie total de la basílica es de mil 488 metros cuadrados, distribuidos en 62 metros de largo y 24 metros de ancho.
Su interior alberga
diversas esculturas de santos católicos y pinturas artísticas, estas últimas hechas por los maestros Jesús Becerril y Jacobo Alcántara, que representan a los cuatro presbíteros de la religión
católica que son San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.
A su vez, también hay vitrales hechos por el artista Gabriel Peñafiel, originario de Xochimilco, Distrito Federal. Estos vitrales representan los misterios gozosos y dolorosos de Jesucristo,
otros exhiben las cuatro apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac.
Cuenta con una capilla llamada San José, coloquialmente conocida como Las Catacumbas de La Villita. Desde el principio de la cimentación se dejó ese espacio para tener dicha capilla, actualmente
es zona de sepulturas.
Se calcula que durante las celebraciones marianas de este año, el número de fieles alcanzará los 80 mil visitantes los días 11, 12 y 13 de diciembre entrando y saliendo de la Basílica. Las
peregrinaciones que arriban son de dependencias privadas, sindicatos, mercados, hospitales, escuelas, plazas comerciales, regiones, entre otras